Para entender los avances tecnológicos producidos en la madera estructural comenzaremos por explicar que desventajas se han detectado en las maderas macizas mas habituales y después explicaremos las mejoras que ha aportado la tecnología con el desarrollo de la madera laminada.
La madera maciza es una pieza aserrada de un único tronco. Su estética puede ser apreciada por los nudos, veteados y fendas que manifieste. Aunque antiguamente se utilizaba para construir, hoy en día está totalmente desaconsejada para realizar estructuras portantes de madera.
Esto es debido a que al ser un elemento natural no se puede dictaminar un comportamiento homogéneo en todos sus puntos. Imaginemos por un momento que la serrería se dispone a cortar un tronco y extrae de él varias piezas. Ninguna de ellas será igual a las otras, ni en apariencia ni se comportaría igual frente a una carga. Podría ser que nos encontremos con un nudo (u otro problema no visible) en la mitad de la pieza o en un extremo, que fuese pasante de lado a lado de la pieza o incluso que fuese saltadizo y ante un esfuerzo de carga se desprendiese. Es decir, no es posible determinar un grado de resistencia fiable.
Cuando nos planteamos hacer una pérgola, quizá el riesgo no sea tan elevado porque no soporta excesivas cargas, tan solo las de las vigas y travesaños, pero en el caso de una cubierta, un forjado pisable o un altillo deberíamos desechar la posibilidad de hacerlo con madera maciza.
La madera maciza se utiliza muy habitualmente para la realización de muebles, puertas, ventanas, suelos naturales, barandillas y vallados de exterior u otro elemento que no requiera cumplir una resistencia estructural.
La madera laminada se realiza a partir de unas piezas de madera maciza de sección constante y habitualmente de 4cm de espesor. Esta sección hace que sea posible la detección y eliminación de un defecto que no sería visible en secciones mayores. Estas piezas seleccionadas se encolan entre ellas mediante resinas de melamina de manera que la capacidad de carga de la pieza fabricada puede llegar a soportar hasta un 80% mas de carga que si fuese maciza.
Además de esta mejora sustancial, se ha detectado que invirtiendo la dirección de la malla de la madera se consigue paliar las torsiones internas de la misma y con ello reducir considerablemente las grietas, confiriendo a la madera laminada una mayor estabilidad que la madera maciza.
Dependiendo de la calidad de la madera que constituirá la viga y del material de encolado se conseguirá una clase estructural de mayor o menor resistencia para la construcción, la clase resistente mas habitualmente comercializada es la GL24 (es decir, la madera tiene una resistencia característica a la compresión de 24N/mm2.)
En resumen, dado que la madera laminada tiene unas características constantes en todos sus puntos, los fabricantes de vigas laminadas pueden facilitar a los técnicos calculistas de unas tablas de características que les permiten dimensionar de manera fiable una estructura que cumpla con la normativa.
Es por esto que finalizamos este articulo concluyendo que «La madera estructural debería ser siempre madera laminada».